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La carretera del abandono

Carlos Efrén Rangel nos habla de que la infraestructura federal en Jalisco vivió seis años de descuido, escasos mantenimientos y nulo crecimiento. La carretera federal 80 y las escuelas federales son ejemplos suficientes para decir que con esta primera razón basta, menciona nuestro columnista.

Carretera Federal 80 Guadalajara-Barra de Navidad. (Fotografía: Carmen Aggi)

Le tenemos mucho cariño a la carretera federal 80. Es una vía que late en el corazón de todos los municipios de la región.

Su construcción significó el fin de los pueblos aislados de la costa sur de Jalisco, y persisten las leyendas de que debía pasar por tal o cual pueblo, pero los caprichos de unos políticos y sus amores prohibidos le dieron el trazo que actualmente tiene.

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Los baches y los desniveles que acribillan la vía, son producto del abandono y de que el desarrollo corre por otras vías.

Hay dos maneras de entenderlo, y en una de esas ambas tienen razón. La más sencilla es culpar al gobierno de López Obrador y al pleito que sostuvo con el gobernador Enrique Alfaro, que privó a la entidad de valiosos recursos que se concentraron únicamente en los proyectos que al centro del país se le antojaron.

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Descuido y falta de mantenimiento

La infraestructura federal en Jalisco vivió seis años de descuido, escasos mantenimientos y nulo crecimiento. La carretera federal 80 y las escuelas federales son ejemplos suficientes para decir que con esta primera razón basta.

Pero hay una segunda. Los recursos se concentran en mayor medida en las visiones que se establecen en los Planes de Desarrollo, mismos que favorecen un crecimiento del capital y el comercio. La carretera federal 80 paradójicamente corre paralela al crecimiento.

El puerto de Manzanillo se le conoce como “El Puente mexicano hacia el Pacífico”, en él atracan barcos mercantes de Asia, pero también del resto de América, su sitio de internet dice que es “la principal entrada de contenedores”, pero no se quedan en el puerto.

Es necesario distribuirlos a lo largo del país por dos vías: el tren que corre por los municipios del sur hasta Guadalajara y luego hasta las capitales mexicanas, y por carretera. La autopista que pasa por Colima, Zapotlán, la laguna de San Marcos y Sayula. Esa autopista no tiene baches.

La carretera federal 80 igual conecta a Manzanillo con Guadalajara, pero con más curvas, vías más estrechas, en más horas y con más dinero.

Las mercancías y su traslado pesan más sobre el ánimo de quien decide en dónde y cómo invertir los recursos públicos.

Nueva generación de políticos

Prometer no empobrece, y no hubo ningún político que evitara poner en sus discursos de campaña a la reparación y hasta ampliación de la carretera federal. Para poder cumplir con esa promesa se necesitarán acciones en ambos sentidos del diagnóstico.

Si el abandono a esta región fue un daño colateral al pleito Alfaro contra López Obrador, será necesario que la nueva generación de políticos teja relaciones de colaboración con menos estómago y más visión.

Si el diagnóstico es que el desarrollo de México corre paralelo a la región, alcaldes y diputados deberán trabajar mejor que sus antecesores en demostrar la valía cultural, económica, social y política de la región.

Mientras tanto, la carretera federal 80 se cae a pedazos, de forma vergonzosa y peligrosa.

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Educación Básica.

Actualmente es profesor de español en secundaria y de Maestría en la Unidad 143 de la UPN. Desde los 17 años ejerció como reportero y comunicador en radiodifusoras y periódicos locales en Autlán. Aficionado práctico de la literatura, la crónica taurina y las columnas de opinión.

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