Este miércoles, Lulú Cano recuerda el lamentable asesinato del Homero Gómez González, activista y defensor de la mariposa monarca en el santuario “El Rosario”, en Michoacán.
Por: Lourdes Cano Vázquez
Autlán de Navarro, Jalisco. 5 de febrero de 2020. (Letra Fría) Hace un año que conocí el santuario «El Rosario» en Michoacán, la reserva natural de la mariposa monarca en México. Ver de cerca el espectáculo de las mariposas revolotear por miles bien vale su esfuerzo; primero hay que empezar cuesta arriba y llegar al pie de una escalinata que parece interminable, pero al final, la sensación indescriptible al llegar vale cada paso y cada escalón, es sin lugar a dudas uno de los lugares más hermosos del mundo; tanto, que conmueve hasta las lágrimas.
Poco sabía entonces sobre la historia de «El Rosario», la resiliencia y los esfuerzos de tanta gente para lograr su conservación. Uno pensaría que al ser un pilar del turismo en el país es un lugar altamente protegido por el gobierno, pero no es así; desafortunadamente este es otro nicho olvidado por el Estado.
Vivimos en un país dominado por el crimen organizado, que en la gran soberbia alimentada por el poder, cree también que puede poseer lo que nadie en el mundo puede: la naturaleza misma. El santuario de la mariposa monarca vive desde hace años amenazado por criminales que realizan tala ilegal y trafican con maderas preciosas. A pesar de esto, «El Rosario» contaba una historia de triunfo por parte de la comunidad que había logrado rescatar y hacer crecer el santuario, hasta hace unos días en que finalmente esa historia se llenó de sangre.
Homero Gómez González aparece en un vídeo de sus redes sociales el día 12 de enero: «este es el santuario más grande del mundo y el más hermoso», decía rodeado por cientos de mariposas. Un día después desapareció. Fue encontrado muerto hasta el día 30 de enero. Las autoridades tratan de negar lo evidente, que fue encontrado con signos de violencia.
El entusiasmo de Homero habla por sí mismo del amor y la pasión por lo que hacía y por lo que defendía; pero en nuestro país te pueden matar por eso, por ejercer el periodismo, por porque no les pagas plaza, porque no permites que destruyan lo poco que nos queda, porque eres activista de algo que les estorba y también porque el Estado no hace nada por evitar que te quiten la vida por defender una causa justa. En México, ser activista es mortal.
Es dolorosa cada muerte llena de injusticia como la de Homero Gómez, porque mata también la esperanza de que hacer el bien o pelear por una caja justa nos llevará siempre a un resultado positivo, duele saber que una persona que lejos de causar daño daba esperanza, cuidaba la vida, también engrosará las cifras de muertes violentas en el país.
LL/LL
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