Por: Carlos Efrén Rangel | Un letrero en la Pizarra
Autlán de Navarro, Jalisco.- Cada año, durante septiembre circula un meme que me parece que nunca pierde vigencia, muestra el escudo de la Secretaría de Educación Pública al que se le modifica el significado: Saquen El Pozole, y yo que soy glotón lo celebro, porque el antiquísimo platillo de la victoria es una de mis comidas preferidas de la vida. El meme del pozole viene acompañado de otros que también se repiten: “¡Viva el del paño amarrado en la cabeza!”, “¡Viva Sujefa Ortiz de Domínguez!” “¡Viva México Tres veces!” Gritan niños en los honores. Ah septiembre, mes de los temblores, del pozole y de las fiestas patrias.
El mes de la Patria ya no es como era antes, o cuando menos se vive distinto. Tengo la teoría que la fe efervescente por los héroes e historias que la religión patria elevó a los altares, ahora se enfrenta a una realidad más globalizada, en donde el “extraño enemigo” que osa en poner su planta en nuestro suelo, no siempre es un extranjero, tienen pasaporte mexicano quienes secuestran, quienes matan, quienes desaparecen, quienes pagan salarios de miseria o se enriquecen a expensas de evadir impuestos. Entonces las gestas patrióticas tienden a verse con mucha indiferencia.
Más que al paso de los años hay relatos que no soportan la más mínima revisión de rigurosidad histórica. Hace unos días estuve en Tepic, ciudad natal de Juan Escutia y aunque tienen un museo muy bonito que conmemora la heroica resistencia a la invasión norteamericana en la bahía de San Blas, y Juan Escutia es un personaje de esa invasión, bien reconocen que apenas estuvo un par de semanas en el Colegio Militar del Castillo de Chapultepec, y que resulta inverosímil la historia de que tomó la bandera y se arrojó al precipicio, tampoco era un muchachito, pues ya pasaba la edad reglamentaria para ser cadete y creen que su incorporación fuera de reglamento e incluso su fama legendaria se lo debe a cierto padrino militar encumbrado que lo llevó a encontrar la muerte al castillo.
¿Vale la pena seguir repitiendo en la escuela estas historias? ¿Los estudiantes aprenden de servir a la patria al marchar parejitos y peinados en el desfile para el que se ensaya y se pierden clases durante semanas? O dicho más teóricamente ¿sigue siendo el nacionalismo un valor vigente que valga la pena promover?
La teoría nos dirá que ningún valor en extremo cumple con su propósito. Es positivo ser valiente, pero en un exceso de valentía uno podría tomar decisiones temerarias que nos ponen en riesgo. Es positivo desarrollar actos libres, sin embargo, con frecuencia vemos que si hacemos lo que nos sale de las tripas, con mucha certeza lastimaremos a otra persona. Hay que tolerar las diferencias, pero no creo que debamos tolerar a quien lastima, humilla o degrada a otra persona.
En ese sentido, asumo que, en este mundo globalizado, festejar el mes patrio sí ayuda a la formación de los próximos mexicanos. Que cantar el himno, saludar a la bandera, padecer insolación después del desfile, permiten desarrollar ciertos rasgos de identidad con los que uno puede relacionarse con el mundo, sentir orgullo por lo que somos, y, en definitiva, agregar una perspectiva histórica a la realidad: asumir que la manera en la que vivimos actualmente no es la única forma de vivir, y que ya se ha modificado previamente.
Esta idea, me parece la más importante. Aprender que grandes cambios han ocurrido, que hay personas que los han impulsado, nos va a motivar a eventualmente nosotros también promover esos cambios que permitan independizarnos de los males que nos aquejan. En esta época ya no es un ejército invasor, pero igual necesitamos ganar en libertad, en igualdad, en derecho a decidir, a vivir sin miedo, a ganarse la vida de manera justa con un trabajo digno.
Pero esa idea no llegará automáticamente solo con la hermosa bandera monumental que adorna la avenida Obregón en Autlán, ni con el grito de independencia que dará el presidente o el gobernador, ni con las tareas encomendadas por miles de profesores de investigar la biografía de Miguel Hidalgo, llegará con la reflexión, con los datos, con ponernos en el lugar histórico que nos corresponde y entender que aún después de todos estos años, aún quedan Alhóndigas de Granaditas por tomar, y que al hacerlo de manera cotidiana y pacífica, estamos sumando a esa gran historia que nos permite festejar con folclor tricolor cada septiembre, y disfrutar de los memes y del maravilloso pozole.
MV
