Por: Mary Páez
Autlán de Navarro, Jalisco. 24 de marzo de 2022. (Letra Fría) A lo largo de la historia de la humanidad, las mujeres han sido la fuerza “invisible” que han transformado el mundo. Marie Curie, Virginia Woolf, Cleopatra, Amelia Earharth, Frida Kahlo, Rosa Parks, Rosalind Franklin, Ana Frank, Sally Ride, Elizabeth Blackwell, entre otras mujeres valiosas marcaron su tiempo. En nuestro país, la historia la vistieron grandes mujeres como La Malinche, Doña Josefa Ortiz de Domínguez, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Leona Vicario, Remedios Varo y Leonora Carrington, entre otras.
Con esto quiero decir, que en la historia y a lo largo de todos los siglos, siempre han estado las mujeres con su poder de influencia, sin embargo, en definitiva, nunca como en este siglo, las mujeres han ganado tanta visibilidad, y muy a pesar de los obstáculos, han demostrado el papel preponderante que cumplen en la vida productiva, económica, cultural, artística, literaria, política, científica y de soporte material y espiritual de sus familias.
Para la ONU (Organización de las Naciones Unidas) el siglo XXI es el siglo de la mujer; los alcances mostrados por su influencia en instituciones internacionales que marcan ruta mundial en materia económica como son: la FED, el FMI o la Cepal, así lo demuestran. Por otra parte, en la última década, las mujeres han tocado territorios políticos en países como Alemania, Reino Unido, Chile o Noruega, al ocupar los cargos de primer ministro.
En México, la participación de la mujer en la vida productiva del país ha crecido, somos el soporte sustancial de nuestras familias en materia económica, la incorporación de la mujer en el mercado laboral ha sido determinante para robustecer el mercado interno, que hoy es el principal motor de crecimiento de la economía. Tan sólo en los últimos 10 años, la población ocupada femenil tuvo un crecimiento de 21 por ciento, mientras que, en los hombres, el ritmo fue de sólo 17.25 por ciento.
El siglo XXI es el siglo de la mujer, porque la lucha histórica por la igualdad, el reconocimiento a nuestros derechos y capacidades continúa; porque despertar al legado de nuestra mujeres, abuelas, madres, hermanas, hijas, amigas, está presente en la mente y el espíritu para honrarse con nuestros actos; porque hoy más que nunca hay un grito que no cesa ante la injusticia y la violencia contra nosotras; porque los silencios ya nos hicieron mucho daño y hoy se trata de reconocer a las que se fueron, cuidarnos en el presente y velar por un futuro de grandes posibles para las nuevas generaciones.
Con la presencia real, no sólo en número, sino, en voz y posicionamiento en los espacios de toma de decisiones, las mujeres seremos capaces de construir liderazgos asertivos que nos permitan construir un Estado de derecho que den lugar a un mundo de respeto, tolerancia y legitimidad que nos libere de la violencia estructural que se ha padecido a lo largo de nuestra historia; la inclusión de género será el camino para vivirnos libres, plenas, con alegría, deseo y posibles infinitos para estar en este mundo en nuestro ser, anhelos propios y caminos transitables de todas y para todas.
MA/MA
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