El receso es un espacio que los profesores usamos para desayunar y para platicar de la vida y de la escuela. En ese escenario, hace poco, identificamos que está por llegar la beca Rita Cetina, que el gobierno federal anunció para todos los estudiantes de escuelas secundarias públicas del país: 1900 pesos para todas y todos los estudiantes.
En un principio nos dio gusto, ¡qué bueno que a nuestros estudiantes les paguen por estudiar!, pero luego nos preocupamos un poco. Aquí les comparto las razones de alegría y de preocupación.
Las escuelas están llenas de historias de carencias. Abriendo un poco los ojos, en nuestros estudiantes distinguimos personas con dificultades, muchas veces sí son económicas: se aíslan al momento del desayuno, se inventan actividades, dicen que no tienen hambre. Otras no son económicas, pero siempre impactan: sus papás se divorcian, alguien de su familia está enfermo.
Abundan los casos de materiales incompletos, familias a las que les vendrá bien, muy bien, ese dinero extra, que por otro lado puede ser utilizado con libertad: para la escuela, para darse un gusto que a veces es inaccesible.
En el mejor de los casos, las becas son un alivio. Incluso en el sentido físico: suspenden un sufrimiento, otorgan un aliento, animan el corazón. Seguro la beca Rita Cetina, en numerosos casos, servirá de eso.
Pero observamos otros casos. Cuando un apoyo que se otorga de manera universal y no se liga con condiciones de asistencia, desempeño, disposición, abundan los casos que, más que ayudar, honestamente las becas distraen. Porque también empoderan y se leen como un premio a todo tipo de actitudes: merecer un apoyo por el solo hecho de existir, da igual la disposición, da lo mismo si se acude a la escuela a insultar a compañeros, ignorar las clases o romper materiales. La beca llega.
Al conocer las escuelas “por dentro”, es relativamente sencillo ponerles rostro a las dos situaciones. Habrá a quien este apoyo mejore sus condiciones académicas, habrá para quien este recurso será un gran aliado. Otros para los que el monto no es relevante. Habrá para quienes este dinero es una especie de argumento que legitima que a la escuela también puede ir a todo menos a esforzarse.
No existe una política pública universal que no enfrente estos riesgos. La sociedad es un mosaico multicolor, en el que una sola medida, una única acción, difícilmente cumpla con todas las particularidades necesarias, volviendo ineficiente el procedimiento y convirtiendo en estéril el proceso.
Difícilmente alguien nos hará caso, pero antes de que dieran el timbre, y después de poner ejemplos de nuestra propia escuela a todas esas posibilidades, pensamos que todas las acciones deberían pasar por un seguimiento y evaluación para verificar si la beca realmente abona al bienestar de los estudiantes y la reducción de la pobreza y la desigualdad, mejorando el rendimiento académico.
