Por: Néstor Daniel Santos Figueroa
El Grullo, Jalisco. 13 de abril de 2022. (Letra Fría) Democracia es una palabra de origen griego que fue acuñada por los atenienses para referirse a su propia forma de gobierno, allá por los últimos años del siglo VI a.C. La democracia ateniense, tal y como la conocemos, tiene su origen en la Constitución redactada por Solón, aunque el primer término utilizado para designar la igualdad de derechos de los ciudadanos es isonomía y aparece por primera vez en Heródoto cuando habla de los diferentes tipos de gobierno, en donde la contrapone a la oligarquía y a la monarquía.
Atenas, lo mismo que otras polis griegas, conoció la tiranía. Pisístrato se apoderó de la Acrópolis y sustituyó el poder aristocrático de la ciudad por su propia tiranía. La oposición de las familias aristocráticas le expulsó dos veces del poder y de la ciudad, pero las dos veces volvió a imponerse reclutando mercenarios extranjeros, y se mantuvo en el poder hasta morir. Lo sucedieron sus hijos, Hipias e Hiparco, quienes fueron derrocados (uno de ellos, asesinado) y, finalmente, se estableció el sistema democrático.
La democracia ateniense tenía dos características fundamentales:
1) Se trataba de una democracia directa, en la que todos los ciudadanos participaban de las decisiones políticas.
2) Todos los cargos públicos eran elegidos por sorteo entre el conjunto de los ciudadanos.
La participación de los ciudadanos atenienses en la vida política se canalizaba a través de la institución más importante, que era la Eklesía (asamblea), en la que participaban todos los varones ciudadanos mayores de edad. Otras instituciones eran la Bulé, o Consejo de los 500, elegidos entre las diez tribus en las que estaba dividida la población de Atenas, la Heliea o tribunal de justicia, en la que participaban todos los ciudadanos. Otros cargos públicos eran los Once, especie de policía, y los Helenotamías, encargados de las finanzas. Todos los cargos públicos eran elegidos por sorteo entre el conjunto de los ciudadanos, salvo los strategoí o generales, que eran elegidos por votación.
Etimológicamente, democracia significa “gobierno del pueblo” o “gobierno popular”, aunque su significado ha ido cambiando a lo largo de la historia, a la par de formas de gobierno absolutamente distintas entre sí que se han calificado a sí mismas de democracia. Podemos considerar como definición general la que le debemos a Abraham Lincoln: es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el
pueblo, pero ni siquiera esto elimina la discusión en torno al significado de la democracia pues, como mínimo, tendríamos que precisar lo que entendemos por “pueblo” o “mayoría”, y también cuándo podemos decir que el poder reside en el sujeto de ese modo.
A esto debemos sumar que la democracia directa se sustituyó por la democracia representativa, en la que los ciudadanos eligen por votación a representantes que asumirán los puestos de gobierno. Los ciudadanos ya no tienen la obligación de asumir un puesto público, es un derecho, pero para ejercerlo deben ser elegidos por el voto popular. Aquí entran en el juego los sistemas para elegir a los gobernantes que cada país que se dice democrático establece.
En la República Popular Democrática de Corea (mejor conocida como Corea del Norte), por ejemplo, para elegir presidente, todos los ciudadanos están obligados a presentarse a votar. Sólo hay un candidato (el presidente en turno) y las opciones en la papeleta son Sí o No. El voto no es secreto y votar por el No se considera traición. Sobra decir quién es el candidato ganador.
En México, los partidos políticos postulan candidatos mediante procesos internos (ahora ya es posible ser candidato independiente) y los ciudadanos tienen la obligación de asistir a votar por uno de ellos, aunque también es su derecho y, como tal, pueden renunciar a él. Las elecciones son organizadas por los ciudadanos, el voto es secreto y el candidato que obtiene la mayoría de votos se hace con el poder.
En Estados Unidos de América, también hay partidos que postulan candidatos a través de las llamadas elecciones primarias, sin embargo, el presidente de los se elige en una asamblea formada por 538 electores (100 senadores, 435 congresistas y 3 delegados de Washington D. C). Cada estado contribuye con un bloque de estos delegados, cuyo número es igual a la suma de sus representantes más sus senadores o delegados. Los ciudadanos se presentan a votar, pero su voto no elige directamente al candidato de su preferencia, sino a un “elector”, miembro de esa asamblea, o Colegio Electoral. Al término de la jornada, el candidato que más votos ciudadanos obtenga en cada estado tendrá derecho a presentar un número determinado de “electores”, de ahí el que a cada estado se asigne un total de “votos electorales”. De esta manera, el candidato que más “votos electorales” obtenga (se necesitan más de 269), será el virtual ganador, lo que será ratificado por el Colegio Electoral.
En nuestro contexto, hay una dificultad añadida, pues “democracia” ha adquirido un significado valorativo que se sobrepone a su significado descriptivo hasta el punto de oscurecerlo. Parafraseando a Hobbes, podemos decir que llamamos democracia a lo que nos gusta, y tiranía a lo que nos disgusta. De esta manera, no hay ejercicio democrático que valga si no es compartido y asumido por todo el pueblo.
MA/MA
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