Por: Carlos Efrén Rangel | Un letrero en la pizarra
Autlán de Navarro, Jalisco. 28 de febrero de 2023. (Letra Fría) ¡Hola, amigos lectores de Letra Fría! Aquí estoy de vuelta para comentar y reflexionar sobre temas de educación y sociedad en mi columna quincenal. Quiero empezar diciéndoles que la educación es como el pan: una necesidad básica que nos alimenta el cerebro y nos mantiene vivos y con ganas de aprender. Y hablando de pan, ¿les ha pasado que se topan con alguna persona que se cree el rey o la reina del conocimiento y que siempre quiere tener la razón? Sí, esas personas que parece que nunca están equivocadas y que, incluso, te critican cuando cometes algún error.
Debo confesar que el párrafo anterior no lo escribí yo. Lo hizo una computadora, concretamente la inteligencia artificial (IA) Chat GPT luego de que inserté la siguiente consigna “Con un tono divertido y amable, escribe la entrada a una columna de opinión que trata temas de educación y sociedad publicada de manera quincenal en el sitio Letra Fría” y en menos de lo que canta un gallo yo ya tenía la tarea resuelta.
Esta herramienta se liberó al público a finales del año anterior, y es para muchas personas un terreno inexplorado. El viernes pasado durante un receso del CTE lo compartí con un grupo de colegas y para todos, fue la primera vez que escucharon el término. Yo no soy un gran experto ni mucho menos, pero ya otras veces he expresado que para mi trabajo como profe de secundaria y de universidad, estar al pendiente de las novedades culturales, tecnológicas, emocionales es la más útil de las herramientas para hacer significativas mis clases y en esas andaba cuando me encontré con el Chat.
Fue a través de una noticia que explicaba que el gigante Google tiembla ante la posibilidad de ser desplazado, porque la IA no solo te muestra montones de datos, sino que los procesa y explica de manera sencilla y además es capaz de crear, de escribir, de argumentar, de ejemplificar.
Justo en esa pausa del Consejo Técnico, le pedimos a la Chat que compusiera rimas con palabras en inglés y en español, que describiera un atractivo cultural de El Grullo y que argumentara a favor del uso del lenguaje inclusivo, todo lo hizo. Y no faltaron las mismas voces de siempre: los celulares están prohibidos en las escuelas, esto acabará con la educación, que los alumnos no se enteren. Y bueno, no creo que esa sea la mejor acción.
Sin duda que una tecnología tan poderosa como el ChatGPT tendrá alcances aún insospechados y que muchas de las consecuencias serán desagradables. Pero la escuela no puede cerrar los ojos y fingir que nada ocurre, seguirse negando a la creación digital, al consumo cultural digital, a la educación por vías virtuales, solo anticipa no estar preparados para el terremoto y sucumbir bajo las frágiles estructuras. Entonces ¿no hay algo por hacer? Yo veo tres acciones posibles.
En primer lugar, hay que conocerla, y en la medida de lo posible usarla a nuestro favor. Hace tres años todo lo que se decía sobre TikTok por ejemplo, fueron condenas sistemáticas y etiquetas de lerdo para quien lo usaba, al paso del tiempo, abundan los profes que han encontrado cuentas con material digno, y un medio atractivo para elaborar productos integradores de aprendizajes.
La segunda, es favorecer el pensamiento crítico. Ese que pone en tela de juicio cada expresión a la que nos exponemos, que la situamos en un contexto, que la valoramos de cara a otros datos y nuevas experiencias, en la que discernimos hasta construir una postura propia, desvelando que tras de estas tecnologías hay empresas gigantes que utilizan nuestros datos para moldear mercados en el mejor de los casos y Estados, aunque ese tema siga en debate.
Y la tercera es favorecer el humanismo, que no es otra cosa que reconocer que somos los humanos, y nuestras capacidades y limitaciones, lo que nos permite ordenar el rumbo de la historia, no los dioses, no la tecnología, no las empresas. Los humanos, y para eso habrá que desarrollar en la escuela y en la vida, los rasgos que nos hacen más humanos.
La metáfora del pan que usó el ChatGPT al inicio de la columna no me gustó, si se fijan no hay congruencia con la siguiente idea planteada, pero sí me motivó a usar una metáfora para despedirme: viene una ola gigante, si nos quedamos en la orilla de la playa lamentándonos de su llegada, nos va a revolcar y nos va a doler mucho, suena más apropiado aprender a surfear.
MV
