Por: Carlos Efrén Rangel | Un letrero en la pizarra
Autlán de Navarro, Jalisco. 14 de marzo de 2023. (Letra Fría).- A decir verdad, no fueron solo las escuelas quienes tomaron tonalidades púrpuras. El espacio público vivió las movilizaciones de mujeres que pusieron en común las condiciones de vida que las exponen a una escala muy amplia de tratos violentos, injustos y degradantes. A pesar de que muchos frentes hacen lo posible por deslegitimar los reclamos, parto de la certeza de que la rabia que se externa es muy digna y está justificada por una realidad escalofriante: en promedio cada día son asesinadas 12 mujeres en México y en Autlán, según lo publicado en Letra Fría también la semana anterior, la violencia doméstica es el delito más común en esta tierra.
Es por eso que ni los tecleadores varones, aunque abunden también las voces que por esta condición deberíamos solo escuchar, podemos ignorar la agenda. El asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo en mayo de 1993, provocó la movilización más grande hasta entonces en Jalisco, fuentes de la época como el columnista Jorge Rocha, la estiman en 40 mil personas. Esta semana, en la marcha solo de Guadalajara acudieron cerca de 70 mil, a las que hay que agregar las ocurridas en básicamente todas las ciudades medias jaliscienses, en la capital del país e incluso, en todo el mundo. No es un tema para ignorarse.
La agenda feminista deberá estar presente en los próximos procesos electorales, en las políticas públicas de los gobiernos de todos los niveles y por supuesto, en las escuelas, que ya hemos dicho no son un espacio ajeno a los vaivenes del mundo. Previo a la pausa pandémica las movilizaciones dieron probadas muestras de sus alcances, superada la fase de aislamiento volvieron a salir al espacio público a dar muestras que no era un reclamo pasajero, y que muchas de las causas de denuncia, incluso se han agravado.
A diferencia de cuando comenzó, las manifestaciones tuvieron ahora variados rostros. Solo por mencionar dos contrastes en Autlán se dieron dos marchas, una por la mañana de corte más institucional, que integró a varones y con mensajes más conciliadores y promotores sobre todo, según entendí, de procesos de transformación a partir de la concientización y la educación, y por la tarde, otra manifestación de colectivos menos identificados con instituciones que sí tuvo actos simbólicos de denuncias más fuertes, y con consignas de una postura política más de raíz es decir: más radical, de un reclamo para lograr la transformación sí con educación, pero también con una intervención más urgente del Estado y sus instrumentos para garantizar primero la seguridad y la vida, después todo lo demás.
En las escuelas caben la reflexión y la acción de ambos frentes, y de todos los matices que hay en medio. Caben los carteles y las mantas, los paros y los actos simbólicos, las voces que cantan y se solidarizan, los actos que cada colectivo decida, también las que denuncian -aunque sobre esto, vuelvo en un momento-, porque la realidad reclama cambios rápidos que paren la hemorragia de 12 mujeres asesinadas cada día. También caben los moñitos en la ropa, las fotos colectivas, la promoción de valores y la educación con un enfoque de género, que estoy seguro que lograrán cambios profundos, con el defecto que, por definición, esta vía tarda años en materializarse.
Dije que también cabe la denuncia y estoy cierto de ello, es doloroso reconocer que cada mujer en nuestro entorno familiar, laboral y escolar puede contar una o varias historias de agresión en espacios cotidianos como las aulas o la calle. Para resolverlo, sin duda que es necesario ponerlo en común y sentirse acompañada, y varias instituciones colgaron sus denuncias en tendederos, que también dieron muestra de una terrible debilidad: no hay filtro de veracidad, el riesgo de calumnia está latente.
Si ahí solo aparecieran acosadores y violadores, la conciencia limpia podría estar enfocada en solidarizarse para resolver la justa rabia, pero no es el caso, hay evidencia empírica suficiente para saber que en el espacio escolar se ventilan respuestas dolosas a procedimientos académicos como malas evaluaciones, entre muchas otras acciones que nada tienen qué ver con el acoso, ni el abuso, ni la agresión.
Una acusación en el CUSur publicada aquí en Letra Fría ofrece una pista hacia dónde se podría caminar. Ahí se denuncia que las instancias responsables de investigar los casos, no han cumplido con la función primordial de dar certeza y proteger a las víctimas. El camino entonces en las escuelas, es crear estas instancias donde no existen, y hacer que donde existen funcionen y no protejan a los agresores.
El 8M no es una conmemoración folclórica y colorida, es una demanda de transformación, que si bien debe ser protagonizada por mujeres, para construir el mundo de paz y justicia que se demanda, tampoco puede ser excluyente desde su origen.
MV
