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Quizá pronto no puedan leerme

(Foto: Gobierno de Jalisco)

Lamento la dramática cursilería que irradia el título de esta columna. La frase «quizá pronto no puedan leerme» tiene toda la intención de introducir el tema que me propongo tratar con ustedes, pero reconozco una horrible exageración que abre las puertas a interpretar la realidad como a cada quien le dé la gana.

No es mi intención abandonar esta pizarra, y confío en que Letra Fría mantenga sus puertas abiertas para estas letras. Pero quizá pronto no puedan leerme porque según las interpretaciones que se han hecho de la prueba PISA, en México los estudiantes son cada vez más analfabetas, más burros, menos capaces de leer ideas básicas. 

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El gobierno en funciones y la oposición han decidido construir la vida pública a partir de polarizar las opiniones, si uno solo escucha las conferencias mañaneras del presidente o solo oye a la oposición, la única posibilidad es concebir una realidad en blanco y negro, de conservadores versus chairos, de históricos triunfos o de soberbios fracasos. Y me parece, que la vida y la realidad es infinitamente más compleja que eso. 

El contexto

Primero el contexto, hace no muchos días la OCDE publicó los resultados de la prueba PISA, a los estudiantes de los 38 países que integran este organismo, se les hace el mismo examen para medir su rendimiento en matemáticas, lectura y ciencias.

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Es un escrutinio demandante, que pasa de largo los contextos sociales y económicos. Dirán los que saben, que el mercado internacional y la competitividad tampoco hacen esos matices, así que se asumen que en educación también son innecesarios. 

Desde un inicio la 4T desestimó la legitimidad de la prueba.

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El enfoque de PISA que prioriza el desarrollo de los mercados es irrefutable, además que ya se ha dicho que no se hacen distinciones contextuales y eso, al medir a seres humanos, siempre dará resultados metodológicamente poco confiables. Somos las personas en nuestro contexto, en este caso los números pueden ser fríos, pero no precisamente exactos.

Quizá los números no reflejan la realidad

Yo tengo otro pleito con las pruebas PISA, nadie me lo ha contado, no es mi intención darle la razón al presidente, sólo digo que es un pleito personal con la aplicación del examen.

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He estado en secundarias en las que llegan los aplicadores con los muchachos de tercero y les dicen: “ustedes no se preocupen, lo que saquen no les cuenta para la calificación es para medir a sus maestros” y entonces abundan, de verdad que son muchísimos los estudiantes que contestan al tin-marín y concluyen en 15 minutos una prueba que debe durar hasta tres horas; los aplicadores felices de irse temprano y los estudiantes más felices de haber ganado horas libres. Insisto que nadie me lo ha platicado, yo lo he visto. 

Sin embargo, entiendo la importancia de tener evaluaciones que permitan establecer referencias para medir avances y retrocesos, y sobre todo para hacer los ajustes y corregir los rumbos que sean necesarios.

Por eso, pese a que al presidente no le gustaron los resultados, sí le eché un ojo al informe y a las interpretaciones de variados enfoques y decidí, que sí usaré la prueba para hacer ajustes en la humilde práctica de mi salón.

Comprensión lectora

En comprensión lectora, que como profe de español es en lo que me siento más responsable, tenemos 415 puntos, 61 puntos por debajo del promedio, estamos también por debajo de Estados Unidos, Canadá y a poco menos de 100 puntos del líder que es Singapur. No solo salimos perdiendo en el promedio, también con un volumen de menor de estudiantes destacados. 

El propio informe reconoce que es en año donde son evidentes los estragos de la pandemia, en cuanto a lectura y ciencias, los resultados mexicanos apenas decayeron -lo estrepitoso fue en matemáticas- y que la tendencia a la baja comenzó hace 15 años, así que solo culpar a la 4T es técnicamente inexacto, aunque queriendo lo pueden hacer, adelante. 

Nuestra realidad

Yo decidí sí tomar en cuenta este informe para mi práctica, porque le veo congruencia con el comportamiento de mis estudiantes.

Les cuesta trabajo reconocer un título y una introducción, le batallan para identificar las ideas claves de un texto, la gran mayoría hacen pasar como válidas descaradas fake news y nada, pero de verdad nada bueno puede resultar de un panorama así. 

Ya sea para fortalecer la comunidad y materializar el enfoque humanista, como lo promueve la Nueva Escuela Mexicana o para ser competitivos en los mercados internacionales como buscó el enfoque por competencias de los sexenios anteriores, la raza necesita aprender a leer y a interpretar lo que lee. No vaya a ser también que, en un futuro, como dice el dramático título de esta columna, quizá no puedan leer ni las instrucciones del champú.  

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Educación Básica.

Actualmente es profesor de español en secundaria y de Maestría en la Unidad 143 de la UPN. Desde los 17 años ejerció como reportero y comunicador en radiodifusoras y periódicos locales en Autlán. Aficionado práctico de la literatura, la crónica taurina y las columnas de opinión.

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