Por: Pie de Página | Alianza de Medios
La serie de asesinatos que incluyó a dos sacerdotes jesuitas la semana pasada en Cerocahui es apenas un episodio en una larga historia de crimen e impunidad que vive la sierra Tarahumara. Desde la instrumentación de la Operación Cóndor, medio siglo atrás, la región ha visto pocos episodios de relativa calma. El cultivo y trasiego de drogas y narcóticos ha ido ligado al tráfico humano, de minerales y a la tala y venta ilegal de madera, en un concierto de intereses del que han sido parte lo mismo autoridades civiles que militares y células delictivas.
Para estrechar las líneas del tiempo en el retrato de una realidad que muy poco ha cambiado en décadas, el activista por los derechos humanos Gabino Gómez propone una revisión a partir de los años 70, cuando se implementó en la región la Operación Cóndor, el instrumento estadounidense que sirvió para que Washington controlara los destinos de la política y crimen latinoamericanos. Desde entonces, dice el líder de El Barzón en Chihuahua, la fórmula que echó mano de los cuerpos de inteligencia y ejército mexicanos definió el rumbo de violencia e impunidad que perdura hasta hoy.