Simpatía por el débil | Edúcalos o padécelos

Todos tenemos cultura, nuestra propia y particular cultura. Apoyados en esta concepción antropológica hablaremos aquí de cultura y, en consecuencia, de patrimonio cultural y educación.

Analizado desde la perspectiva de la antropología, el concepto de cultura es el conjunto de símbolos, valores, actitudes, habilidades, conocimientos, significados, formas de comunicación y organización sociales, y bienes materiales, que hacen posible la vida de una sociedad determinada y le permiten transformarse y reproducirse como tal, de una generación a las siguientes.

 Ésta es sólo una de las posibles definiciones antropológicas de cultura, porque en ese terreno no hay un acuerdo unánime; pero es suficiente para servir de base a la discusión del tema. Según la perspectiva antropológica de cultura –y en esto sí hay consenso–, todos los pueblos, todas las sociedades y todos los grupos humanos tienen cultura.

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 Y todos los individuos que necesariamente pertenecen a algún sistema social organizado, tienen también cultura basada en la educación y el conocimiento tradicional y científico; lo cual es fundamental para el avance tecnológico y democrático ya que transforma a los individuos y sociedades y porque exige a todos el manejo de los elementos culturales indispensables para participar en la vida social (es decir, los valores, los símbolos, las habilidades y todos los demás rasgos que forman la cultura del grupo).

 A partir de esta concepción de cultura, deja de tener sentido hablar de pueblos o individuos “cultos” e “incultos”: todos tenemos cultura, nuestra propia y particular cultura. Apoyados en esta concepción antropológica hablaremos aquí de cultura y, en consecuencia, de patrimonio cultural y educación.

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La cultura es dinámica. Se transforma constantemente: cambian los hábitos, las ideas, las maneras de hacer las cosas y las cosas mismas, para ajustarse a las transformaciones que ocurren en la realidad y para transformar de manera consciente e inconsciente a esta realidad. Las causas de esta dinámica cultural son diversas y tienen un peso relativo diferente en cada situación concreta de cambio.

En algunos casos pesan más los factores internos, la creatividad de la sociedad, las posturas críticas y propositivas de las instituciones educativas y el juego de circunstancias propias que obligan a que se modifiquen algunos aspectos de su cultura. En otros, las causas determinantes de los cambios son externas: se alteran de alguna manera las relaciones que mantenía una sociedad con otras y esto exige ajustes en su cultura. Generalmente intervienen tanto factores internos como externos, entrelazados en una compleja dialéctica.

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Pero el hecho cierto es que las culturas están en permanente transformación. Estos cambios tienen una consecuencia importante para el tema que aquí nos ocupa: toda sociedad va acumulando un acervo de elementos culturales (bienes materiales, ideas, experiencias, políticas públicas, etc.) que ha hecho suyos a lo largo de su historia, porque los creó o porque los adoptó o porque se los impusieron, como el caso de nuestro país con la llegada de los españoles en 1519 y muchos otros países que han sido colonizados y de diversas maneras.

En épocas anteriores se conquistaban territorios, (por eso la invasión de los rusos a Ucrania es algo totalmente fuera de lugar), actualmente se conquistan mercados internacionales aprovechando la digitalización de la sociedad, las TIC, así como los avances tecnológicos en un contexto de globalización, donde las naciones con mayor desarrollo democrático, científico y tecnológico imponen sus normas y formas de apreciación de la realidad. Generando una economía basada en el consumismo y el individualismo.

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Habrá que destacar también, que en las comunidades gobernadas por personajes que lamentablemente no poseen una visión moderna, democrática e incluyente de la gobernanza, es decir; de la participación en los asuntos de interés público de los diversos actores sociales, la cultura política es muy pobre. Un claro ejemplo de ello lo vemos en las discrepancias que el gobernador Enrique Alfaro ha generado con la Universidad de Guadalajara, la cual tuvo que mostrar la fuerza de la razón para defender sus derechos en una histórica marcha que logró concentrar a más de 104 mil personas en el corazón de Guadalajara. Además de la comunidad universitaria acudieron grupos de familiares de desaparecidos, de víctimas de feminicidio y otras agrupaciones que ejerciendo su derecho a la libertad de expresión mostraron su tristeza y rabia ante la ineptitud de las autoridades correspondientes.

Pero volviendo al tema del patrimonio y los elementos culturales, observamos que algunos mantienen plena vigencia como recurso para practicar o reproducir su vida social, en tanto que otros han perdido su vigencia original y han pasado a formar parte de su historia o se han perdido u olvidado para siempre. Cuando hablamos del patrimonio cultural de un pueblo, a lo que nos estamos refiriendo es, precisamente, a ese acervo de elementos culturales –tangibles unos, intangibles los otros– que una sociedad determinada considera suyos y de los que echa mano para enfrentar sus problemas (cualquier tipo de problemas, desde las grandes crisis hasta los aparentemente nimios de la vida cotidiana); para formular e intentar realizar sus aspiraciones y sus proyectos; para imaginar, gozar y expresarse.

Ningún acto humano (recordando siempre que el hombre es un ser en sociedad) puede imaginarse ni realizarse más que a partir de un acervo cultural previo; aun los actos biológicos naturales de la especie se efectúan en forma diferente (y se les otorgan significados diferentes), porque ocurren siempre en un contexto, en una realidad concreta en el tiempo y espacio, por ello el conjunto de elementos que integran a la cultura desempeñan un papel de primera importancia para la existencia de la humanidad. En la medida que la cultura en general logre a través de los elementos culturales permear e impactar en el mejoramiento de la cultura política de una comunidad, tendremos mejores gobernantes, pues bien reza el dicho “edúcalos o padécelos”.

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