Tristeza | Simpatía por el débil

“Lego a la humanidad todo el caudal de mi amargura”, Pito Pérez

Por Jesús Medina García

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Triste: Afligido, acongojado, caracterizado por el pesar, la tristeza, taciturno, sombrío, que aflige, perturba, lamentable, aflicción, meditabundo.

Indicadores físicos según Darwin: elevar el extremo interno de las cejas, bajar las comisuras de los labios, ralentizar la respiración, descenso de la presión arterial, palidez, parpados caídos, dejar caer la cabeza, en casos extremos movimientos frenéticos y violentos de los brazos y el torso, mecerse hacia adelante y hacia atrás, llanto, gritos.

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Se ha considerado que la tristeza está intrínsecamente en nosotros durante tanto tiempo que se ha convertido en uno de los asuntos centrales de casi todas las religiones, artes y filosofías, y también de la psicología, la economía y la política.

El hecho de que en el mundo haya tanta tristeza y de que se acumule en la vida de cada uno ha sido algo aceptado desde la antigüedad, en las escuelas donde se enseñaba el estoicismo y el cinismo, el ejercicio de la disciplina mental se centraba en la insatisfacción del individuo con la propia vida, de modo que adaptando sus expectativas a lo que la vida podría depararle, llegase a aceptar que quien no desea mucho no puede experimentar una gran decepción. Tanto los estoicos como Buda afirman que la infelicidad de la existencia surge de la insatisfacción del deseo, es decir; si podemos contener el deseo estaríamos en condiciones de lograr una vida modestamente satisfecha.

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El Personaje

El Ruby

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Hace unos años, El Ruby era feliz, luego dejó de serlo y creo que murió feliz. Estudiaba letras y era un buen muchacho, delgado, estatura regular, cabello largo, mezclillas, lentes oscuros, tenis y una gran tristeza que arrastraba por avenida Juárez, Eje Central, Bellas Artes, El Zócalo, 5 de mayo, Donceles, Isabel la Católica… el Centro Histórico de la Ciudad de México. Pero también Mesones, Manzanares, Anillo de Circunvalación… es decir: calles peligrosas de La Merced.

Solía caminar con las manos metidas en los bolsillos y los hombros levantados, despacio. Por la calle de Mesones se ubicaba El Parque de los Borrachos, lugar que paulatinamente se fue llenando de indigentes, alcohólicos y prostitución. El Ruby solía acudir a ese sitio a conversar con El Profe, un alcohólico de aproximadamente 59 años, que había sido profesor universitario y para su desgracia un día que salió temprano y regresó a su casa, encontró a su esposa retozando en la cama con un muchacho preparatoriano. Tal vez por debilidad de carácter o por destino, El Profe empezó a tomar más de la cuenta y paulatinamente fue perdiendo, casa, mujer, trabajo, esperanza.

Ya muy tomado lloraba y recordaba el episodio del lamentable encuentro de su exmujer. Terminaba susurrando: qué tristeza… un río seco es una gran tristeza… qué tristeza…

Con él platicaba Ruby, pues a pesar de su situación, El Profe conservaba ese instinto didáctico y siempre tenía algunos libros chamagosos a su lado. Entonces Ruby y él conversaban sobre literatura… como Pito Pérez y José Rubén Romero tomando charanda.

En cierta ocasión que El Ruby iba a cumplir años, unas amigas de la Facultad le organizaron una fiesta, él no quería, no le gustaban las fiestas, pero cedió ante la insistencia de la flota. Pero se atravesó la cola del diablo. Resulta que las muchachas decidieron regalarle una sorpresa: un pastel psicodélico. Pero nunca habían hecho uno, entonces las tontas lo hicieron con una sobredosis de cannabis aderezado con miel y hongos. Pero no le dijeron a nadie.

 A la hora del “que lo parta, que lo parta”, El Ruby procedió casi obligado con todo y mordida, una de las muchachas le sirvió en su platito una generosa porción del pasteluco e insistentes le decían:

– otra…otra… otra mordida –

Varios se intoxicaron, pero leve; se recuperaron al día siguiente. Ruby no. Estuvo varios días con diarrea, pálido y sin apetito. El amigo con el que vivía les avisó al tercer día de esa situación a los del salón, y además empezaba a decir cosas medio absurdas. Sonreía para posteriormente permanecer en silencio varias horas terminando, llorando, despacito, acurrucado en su cama. Triste.

– Pobre Ruby se quedó en la “Casa de la Risa”, se quedó “Viendo monitos forever”-, comentaban en la facultad.

Abandonó la escuela, vagaba por los cafés del centro pidiendo una ayuda, un pan, se le veía por el Café Tacuba, Los cafés de chinos, La Blanca, El 5 de mayo. Hasta el Sanborns de Los Azulejos.

También se le empezó a ver cada vez más en El Parque de los Borrachos, con el Profe y otros infelices teporochos. Llegó el invierno, libró diciembre, pero un 6 de enero amaneció tieso, con una sonrisa en el rostro abrazando un libro de poesía. El Ruby…

El Poema

La sorpresa

Se tragó un hueso de durazno

y esperó a ver la flor

que de sus ramas

saldría.

Pero le salió

una espina.

y entonces

se tragó su tristeza

y esperó a ver

 lo que de ella saldría.

MA/MA

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