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Veinticuatro lunas sin toros | Crónica taurina

Alberto Ortega salió en hombros de la novillada inaugural del carnaval

(Foto: Vianney Martínez Pérez)

Por: Carlos Efrén Rangel

Autlán de Navarro, Jalisco. 25 de febrero de 2022. (Letra Fría) Setecientos treinta y un días después, un astado bravo pisó el ruedo de la plaza de Autlán. El último, antes de que la afición combinara sombreros con cubrebocas, fue del hierro de San José y lo lidió Joselito Adame para clausurar el carnaval 2020. La espera de veinticuatro meses terminó, y aunque el terreno árido de las emociones no se regó a raudales, unas gotas, pocas, pero refrescantes y esperanzadoras, pusieron fin a la sequía. 

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La novillada gratuita significó el regreso de los festejos taurinos a la plaza «Alberto Balderas», la lidia de reses bravas es un elemento que construye la identidad de una fiesta añeja, que le da proyección internacional a Autlán. El festejo convocó hasta dos tercios del aforo, con numerosos grupos de niños y jóvenes que aprovecharon la taquilla libre, para constatar por cuenta propia, un ritual del que han escuchado hablar, pero del que pocas referencias propias tienen. 

(Foto: Vianney Martínez Pérez)

Las acciones en el ruedo estuvieron marcadas con el hierro de la ganadería: Arroyo Hondo, de Zacatecas, con genética añeja, muy propia del campo bravo mexicano, pero que la tarde de este viernes, embarcó para un Autlán un encierre deslucido de comportamiento, en el que apenas dos novillos ofrecieron condiciones para que los espadas, construyeran faenas dignas de recordarse. 

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José Alberto Ortega, novillero hijo y sobrino de toreros, no se enteró hace unas semanas que había sido contratado para torear en la Plaza México, porque se encontraba en clases de ingeniería en Mecatrónica, lo supo hasta en la noche. Fue al escenario taurino más grande del mundo y cortó una oreja, lo que le abrió las puertas de las empresas del resto de México. Entre ellas Autlán, quien necesitaba sustituir a Alejandro Adame, originalmente acartelado pero quien no pudo cumplir con el compromiso. 

Ortega, sobrino de un diputado de Tlaxcala que hace veinte años protagonizaba las ferias del país, debutó en Autlán vestido con un terno verde olivo y oro, elementos que fabrican preseas para los héroes triunfadores.  Tuvo la fortuna de sortear a Gasper (No. 38, 433 kg) un negro de cornamenta brocha (con tendencia hacia el centro). Fue el novillo con mejores condiciones. Lo recibió de una larga cambiada de rodillas, para después lancear brevemente con las manos bajas, que en este negocio es lo más complicado. Luego del caballo, se pasó a los cuernos Gasper a milímetros de sus piernas con unas ajustadas gaoneras, que dejaron el ambiente listo para el tercio final. 

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Con la muleta, Ortega logró dejar las mejores notas de la tarde. Muletazos ligados por la mano derecha, cuatro tandas en esa tesitura marcadas por al drama, como toda novillada. Tres adornos le valieron la misma cantidad de sustos, sin más consecuencias que un rasgón en la taleguilla. Intentó tirarse a matar sin muleta y no tuvo suerte, ni tino. Con el procedimiento adecuado metió la espada y el astado se entregó al puntillero. Cortó una oreja. 

Con el que cerró plaza, de nombre Rencuentro, siguió voluntarioso, pero sin una faena estructurada: pases sueltos, sobretodo molinetes que el público agradeció y ante la fortuna de una estocada hasta los gavilanes hizo rodar al astado sin puntilla, fue precisamente la insistencia del público la que premió con otra oreja, muy benevolente, que le valió la salida en hombros y ser el triunfador del festejo. 

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Con penas y pocas glorias pasó Paco Velázquez, el rejoneador portugués, quien con una elegante cuadra de siete caballos, dejó instantes para recordar. Con Bandolero que partió plaza, estuvo voluntarioso, dejándose llegar los pitones hasta las rodillas para encelarlo, para evitar que se viniera a menos, pero al citar de frente y hacer un quiebro, el burel le puso un cuerno en la rótula derecha, dejándolo mermado, lo que marcó su actuación el resto de la tarde. Sin fortuna en los aceros, y en muchas banderillas, escuchó un aviso. Pasó a la enfermería para atenderse del golpe, salió a lidiar a su segundo, no sin antes brindar al servicio médico de plaza. 

El cuarto de la tarde, Compañero, tampoco desmereció: tuvo transmisión y recorrido, indispensable para los que torean a caballo, montado en Mago, un caballo tordo, pudo gustarse al ir de frente, quebrar en la cara y dejar tres palos adornados en el morrillo. Pero igual que en el primero, la espada cayó en mal sitio y el novillo tardó en doblar. Fue sacado al tercio, premiando una comunicación cercana que logró con el tendido. 

Destacada fue la actuación de los Forcados Amadores de México, con el novillo Bandolero Arturo Almaráz, recibió primero una paliza y al segundo intento logró una pega valiente, con el mérito de volver a la cara del toro luego de la tunda. Y con Compañero, Mauricio Velázquez deletreó la suerte, al templar la embestida y luego encunarse en los pitones donde se aferró como a la vida. Dio una vuelta al ruedo con el rejoneador. 

Julián Garibay, único torero jalisciense acartelado en Autlán, eligió un terno Sangre de Toro y Oro para hacer el paseíllo en una plaza donde antes había soñado con hacer el toreo. Las tuvo cuesta arriba con el lote menos potable del encierro. Con Amigo, el primero para él, se mostró con el sello novilleril: entrega y valor de sobra, pero también destellos de toreo bueno, como unos quites por saltilleras donde parecía no haber nada y varias tantas por derecha, incluidos legítimos esfuerzos por llevar al toro tras de la cintura para dibujar toreo en redondo, ignorando el peligro. Fue sacado al tercio. 

Compañero, el quinto de la tarde metió a la torería en un berenjenal, cornalón, andarín, poco obediente a los engaños y con un peligro constante. El novillero jalisciense respondió con un valor a prueba de fuego, metiéndose entre los pitones, con muletazos de pitón a pitón, que dejaron constancia plena de su valor. Le quedó la espina que, por el bien del toreo jalisciense, ojalá se saque con un triunfo en el serial novilleril de San Marcos donde ya está anunciado.  

Las gotas de las emociones cayeron en suelo árido que las recibió con un ambiente festivo, receptivo, animoso de disfrutar de esta fiesta, fecundarán en nuevas aficiones que si bien hoy no se llevaron en la pupila una faena de expresión profunda, sí la vivencia de un ritual verdadero que recompensa a los que ofrendan alma, vida y corazón. Veinticuatro lunas para vivirlo. 

FICHA DEL FESTEJO: 

Plaza Alberto Balderas. Tres cuartos de entrada en su momento más concurrido. Novillos de Arroyo Hondo, bien presentados, de juego desigual, lo mejor fue el tercero y el cuarto. Promedio de 434 kg.  El rejoneador Paco Velásquez: Silencio tras aviso y vuelta. Julián Garibay (sangre de toro y oro): Ovación y silencio. José Alberto Ortega (verde olivo y oro), que sustituía a Alejandro Adame: Oreja y oreja.

MA/MA

*Queda prohibida la reproducción total o parcial. El contenido es propiedad de Letra Fría.*

Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestro en Educación Básica.

Actualmente es profesor de español en secundaria y de Maestría en la Unidad 143 de la UPN. Desde los 17 años ejerció como reportero y comunicador en radiodifusoras y periódicos locales en Autlán. Aficionado práctico de la literatura, la crónica taurina y las columnas de opinión.

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