Yo igual la seguiría por tierra y por mar. Estoy seguro.
Los festejos que conmemoraron el inicio de la revolución mexicana están muy frescos, y a todos las personajes que en ellos se recuerda. Este año me topé muchas veces con Adelita, figura que ha personalizado la participación femenina en el movimiento armado, político y social que transformó a México.
La acción de las mujeres en esa época fue importante, tan medular que seguro ninguno de los triunfos que sí tuvo la revolución hubiera sido posible sin ellas, igual que ahora, dicho con todas sus letras; pero hay muchas cosas que hoy sí serían distintas, por ejemplo, que en estos días Adelita difícilmente utilizaría un buque de guerra para irse, pero muy probablemente sí bailaría reguetón.
El México bronco fue un México macho
En la revolución mexicana es más difícil encontrar protagonistas femeninas que sí existieron en otros momentos como en la independencia, tales son los notables casos de Josefa Ortiz y Leona Vicario; también las hubo en la intervención francesa y la reforma como fue la propia Carlota.
En la revolución, las mujeres fungieron de cuidadoras, enfermeras y seguramente, igual que ahora, también fueron la postura sensata y brillante que en el espacio personal puso las ideas transformadoras en la cabeza de quien sí tenía voz en el espacio público. No solo inspiración, acción y análisis.
En noviembre de 2023 tenemos muy avanzada la configuración de la boleta electoral: las probabilidades que en 2024 sea una mujer quien gane la presidencia de la república son altísimas. Pero también es una mujer quien encabeza el INE, Guadalupe Taddei tendrá la responsabilidad de la organización de los comicios; María del Carmen Alanis es la presidenta del Tribunal Electoral; Norma Piña encabeza la Suprema Corte; Marcela Guerra lo es de la Cámara de Diputados, y el enfoque de género ha sido utilizado por muchos partidos para nombrar a sus aspirantes.
En la revolución del 2024, Adelita es generala, comanda tropas, decide posiciones, fragua estrategias y también dispara… la guerra no deja de ser cruel, ni mentirosa, ni traicionera si está en manos femeninas, por que la que es cruel, es la guerra. Y ya quienes van a participar en los procesos electorales, han dado numerosas señales de que son capaces de ese tono.
Adelita también representa una vida diferente
El porfiriato que puso los chorros y las gotas que derramaron el vaso, estuvo marcado por sociedades que les soplaban a los cirios de manera cotidiana. No es que vivir con fe sea negativo en sí mismo, pero sí usar a la fe como pretexto para limitar libertades básicas, para reprimir la expresión libre de la personalidad.
En los festejos de este año vi a muchas Adelitas bailar reguetón, el popular género que tiene una carga sexual fuerte en sus letras y melodías, con el que dan ganas de mover la cadera en acompasada o frenética compañía, depende del momento, el género es condenado por las buenas conciencias igual que en su momento, se criticó que las Adelitas anduvieran solas entre hombres, o que tuvieran la osadía de elegir con libertad a sus compañeros sexuales, o que se salieran de su casa.
Junto con las candidatas que van a ocupar puestos públicos, ¿También hay más libertades para todas y todos en los espacios privados? ¿O nuevos porfirismos regulan y condenan nuestras formas de relacionarnos, expresarnos, amarnos y liberarnos?
Creo que el nuevo reto, el que más nos aniquila, el de nuestra generación, es el de reconocernos diferentes y en ese mismo sentido valiosos y valiosas; en que da igual si Adelita hace tortillas o dirige ejércitos, mientras se opte por la guerra, por la agresión, igual habrá gente que siga sangrando, niños que sigan en orfandad y trojes como metáfora de prosperidad, que aguarden a ser llenadas.